lunes, 26 de septiembre de 2016

La Argentina invisible y el drama del trabajo informal

Debate
Por Daniel Arroyo

Diario Clarin
25/09/2016

Muchos argentinos que trabajan tienen representación y son visibles. Los docentes, los camioneros, algunos empleados de comercio, los bancarios y varios trabajadores más tienen trabajo formal; esto es, junto con el recibo de sueldo acceden a la obra social, los beneficios sindicales, las vacaciones pagas y la futura jubilación. Los trabajadores formales tienen seguridad social y, en estos años, han peleado aumentos salariales cabeza a cabeza con la inflación. En el mejor de los casos, los que trabajan en esas condiciones son cerca del 60% de los trabajadores argentinos.

El resto la tiene diferente y bastante más complicada: los que tienen trabajo no registrado, los que hacen changas, los que están en planes sociales y los desocupados no tienen representación, vienen perdiendo hace bastante frente a la inflación y casi nadie los ve. Además tienen un problemón con el acceso al crédito, ya que al no estar registrados terminan tomando crédito a tasas altísimas y muchas veces viven sobseendeudados.

Esta Argentina invisible la conforman los que todos los días van a trabajar a un lugar y, como no están registrados, viven siempre en la precariedad del que está “en negro” y no tiene aportes ni muchas condiciones para pelear su salario. Pero esto, el trabajo no registrado, es sólo una parte del problema. Los cuentapropistas, los que la llevan como pueden buscando enganchar alguna changa, sobretodo por el lado de la construcción y el textil, son muchos más y son los que hoy están más complicados en nuestro país.

El universo de las changas representa a más de 1/3 de los que trabajan en los grandes centros urbanos (Conurbano Bonaerense, Rosario, Córdoba, Mar del Plata, La Plata, etc.) y está asociado a dos cosas: el consumo interno y el volumen de trabajo que haya en la construcción y el textil. Cuando la clase media se achica, las changas caen fuerte y el resultado es un montón de gente dando vuelta sin nada que hacer. Es el paisaje que han mostrado los grandes centros urbanos en los últimos tiempos.

La Argentina es un país de complementos: el que tiene un plan social además hace changas y, así, complementa su ingreso; el remisero además hace algún otro laburito el fin de semana y así también complementa su ingreso. El problema es que cuando hay un parate generalizado, estos sectores no tienen cómo complementar su ingreso y, como no tienen sindicato que los defienda ni paritarias, la caída es proporcional a la falta de visibilidad y a la falta de políticas públicas que los contemplen.

Varios movimientos sociales van intentando agrupar al mundo de la informalidad laboral, las centrales sindicales empiezan a interactuar con el mundo del trabajo precario, de hecho ha crecido la capacidad de movilización de estos sectores, pero aún así siguen estando muy afuera de la agenda de debate cuando se habla del mundo de los “trabajadores”.

Así y todo, no son los que están peor. El universo de la pobreza estructural (los argentinos que no tienen las condiciones mínimas de vivienda y que reproducen las condiciones de pobreza de sus padres y sus abuelos) la tiene más complicada aún cuando el Estado transfiere dinero a través de planes sociales a más de 9 millones de personas todos los meses.

Para completar el panorama de la Argentina invisible tenemos que incorporar a los que trabajan en condiciones de casi esclavitud porque viven donde trabajan y se enfrentan a situaciones más cercanas a la trata de personas que a las reglas del mercado laboral. Es una situación que involucra estadísticamente a poca gente pero que está creciendo de manera constante.

En definitiva, los trabajadores no registrados, los que hacen changas, los que tienen planes sociales y los que buscan trabajo y no encuentran forman parte de una gran masa silenciosa e invisible de argentinos a los que casi nadie representa y a los que casi nadie reconoce como lo que son: trabajadores.

Como es evidente que el mundo del trabajo cambió mucho en nuestro país en los últimos años y va a volver a cambiar mucho de aquí para adelante, se nos presenta como sociedad el desafío de dar lugar a quienes hoy casi no lo tienen. El INDEC ya reorganizado le pone números al problema: más de 9% de desocupación, más de 11% de subocupación (gente que trabaje menos horas de las que necesita para completar sus gastos), casi 20% de desocupación en los jóvenes y la certeza de que las mujeres la tienen mucho más complicada que los hombres en el mercado laboral.

Para adelante, el cambio tecnológico nos va agregar más desafíos. Ese proceso es inevitable y va a complejizar el problema en un país en el que la mitad de los jóvenes no completan la escuela secundaria y en el que las actividades más atractivas para los inversores no son las que generan mano de obra masiva.

Es evidente que tenemos que definir una política de Estado para los próximos 20 años que marque hacia qué mundo del trabajo vamos en Argentina. Esto es, tener en claro cuáles son las áreas en las que somos muy competitivos en un mundo globalizado, pero también definir qué sectores productivos deben ser protegidos (especialmente porque incorporan a jóvenes y a mujeres) y qué trabajo deberemos crear para incorporar a los argentinos que hoy viven en condiciones más cercanas a las del siglo XIX que a las del siglo XXI.

Nuestro retraso es, a la vez, nuestra oportunidad: hace falta tanta infraestructura básica, tantas viviendas, veredas, cloacas, servicios básicos, que tenemos la posibilidad de generar “keynesianismo de pico y pala” como una salida para promover inclusión social en el corto plazo.

Se podrían agregar tres acuerdos básicos que sirvan como pilares para reconstruir el mundo del trabajo: a) todos los chicos tienen que terminar la escuela secundaria con calidad; b) no se puede vender droga en los barrios; c) no se pueden promover créditos usurarios que terminan sobreendeudando a gran parte de las familias argentinas.

Del mismo modo que otras generaciones de nuestro país tuvieron la tarea de incorporar a los “invisibles” de su tiempo, nuestra generación tiene la misión de incorporar a los trabajadores que casi nadie ve. 

Daniel Arroyo. Ex ministro de Desarrollo Social de la Pcia. de Buenos Aires


Presentación libro: "Las 4 Argentinas y la grieta social"


lunes, 5 de septiembre de 2016

Arroyo: “El Gobierno tiene un modelo de país al que le sobran 20 millones de argentinos”

Por Diego Genoud El ex ministro de Desarrollo Social afirma que el Gobierno “cree en la teoría del derrame”.


“El macrismo gobierna como si no hubiera leído un libro de historia”, dice Daniel Arroyo. Licenciado en Ciencias Políticas, especialista en temas sociales del Frente Renovador, ex viceministro de Desarrollo Social de la Nación y ex ministro en la gestión de Daniel Scioli, Arroyo dice que se vive una situación de implosión social, que hoy la venta de droga es sinónimo de movilidad social y que en los barrios la gente se divide entre los que la pasan mal pero apuestan al gobierno y los que ven que Cambiemos avanza con un ajuste sin horizonte y empiezan a movilizarse. 
El ex compañero de fórmula de Felipe Solá en 2015 pone de relieve que el gobierno mantiene e incluso amplía la transferencia de ingresos a los sectores más vulnerables pero cree en la teoría del derrame y no advierte que hay una nueva ola de sobreendeudamiento en el conurbano. “El gobierno tiene un modelo de país similar al Chile, en la línea de la alianza del Pacífico. Es una Argentina posible pero es una Argentina a la que le sobran 20 millones de personas”, sostiene Arroyo, que además es consultor de organismos internacionales como el BID, el Banco Mundial, UNICEF y la CEPAL. 

¿Qué está diciendo el nuevo índice de desocupación del 9,3%? ¿Qué subió el desempleo, que recién ahora se blanquea o las dos cosas?

 Que subió el desempleo. Con el INDEC anterior, la cifra del 5,9 % no era real pero está claro que en estos meses se perdieron 140 mil puestos de trabajo. Para mí, todavía más importante que eso es el 11 % de subocupación, que quiere decir que mucha gente está trabajando menos horas. Porque le cortaron las horas extras porque en la fábrica trabajaba 8 horas y ahora trabaja 6, porque hacía changas 5 veces por semana y ahora hace 3. Hay pérdida de empleo formal, gente que trabaja menos horas y el problema está en el conurbano, en Rosario, en Córdoba, donde la desocupación es más del 11 %. En estos 8 meses, el parate de la construcción y el textil paró el sector informal de la economía y los despidos pegaron también en el sector formal.

Dijo hace unos meses que estábamos en un escenario de implosión social. ¿Se mantiene así o se complica cada vez más?

Veo un escenario con tres componentes. El primero que el que la pasa mal, no encuentra laburo o no le alcanza, anda sacado todo el día: se pelea con la mujer, con el hijo, en el barrio. Hay una tensión permanente que lleva a violencia cotidiana y es algo que se ve claramente en los barrios. El segundo fenómeno es el sobreendeudamiento, mucha gente que tomando dinero caro con el prestamista del barrio. No se está viendo que hay más gente que no le alcanza porque todo le sale más caro y le entra menos plata. Lo tercero es que hay más gente en la calle movilizándose por reclamos y creo que es porque son más los que sienten que es un ajuste sin horizonte. Es un escenario de implosión social que, si el gobierno no encara otras políticas, se va a ir complicando más. 
Lic. Daniel Arroyo - Frente Renovador

¿El gobierno plantea un ajuste sin horizonte? 

La economía va a crecer, van a conseguir algunas inversiones, la inflación va a bajar, pero vamos a seguir como estamos: con 32% de pobreza y un millón y medio de jóvenes queni estudian ni trabajan. Yo creo que el gobierno tiene un modelo de país. La alianza del Pacífico, la apertura de los mercados, la competitividad en la producción primaria y en el mundo del conocimiento. El gobierno va hacia el esquema de Chile, un país fuerte en lo que es tradicionalmente fuerte como la producción primaria y muy globalizado. Ese país es una Argentina posible pero es una Argentina a la que le sobran 20 millones de personas. 

Es un país inviable entonces. 

Me parece que la economía va a crecer, que el PBI va a crecer, que van a conseguir algún nivel de inversiones, que va a bajar la inflación pero que vamos a seguir como estamos: con 32 % de pobreza y con un millón y medio de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Con argentinos que están en el siglo XXI, argentinos que están en el siglo XX y argentinos que están en el siglo XIX. 

El Presidente promete cloacas en los conurbanos y 2800 kilómetros de ruta. 

La idea de que van a venir inversiones y van a derramar sobre el empleo es una idea equivocada. Creo que el gobierno se está dando cuenta. Me parece que no dimensionan la escala del problema. Han transferido dinero a los municipios y han empezado con licitaciones. Los dos errores de diagnóstico graves del gobierno son primero que no entiende el mercado informal de trabajo. No entiende que parás la construcción y el textil y se te caen los grandes centros urbanos porque la Argentina es un país en el que el que tiene un plan social además hace changas, donde el remisero también hace otra cosa el fin de semana. Y lo segundo es que no ve la escala del problema. 

Endeudados y Ni Ni 
El endeudamiento de sectores populares a tasas muy altas ya se vio en los años del crecimiento económico. 

Coincido. El kirchnerismo generó un modelo de política económica y política social que estaba agotado. 32 % de pobreza y un millón y medio de jóvenes que no estudian ni trabajan. Sin embargo, al mismo tiempo dejó una base de 8 millones de personas que reciben un ingreso todos los meses a través de distintos planes sociales. Si alguien se tentara en sacar eso, generaría una guerra civil. Pero esa base no genera trabajo. El sistema de crédito es parte del problema de la Argentina desde hace mucho. El que tiene trabajo formal y una tarjeta de crédito, si paga el mínimo paga 60 % de recargo. Debajo, está el que toma una tarjeta del conurbano o va a “Efectivo Si” y “Crédito Ya” y paga 80 a 120 % de interés. Debajo de eso están el prestamista del barrio y el que vende droga que tiene billetes. Objetivamente el kirchnerismo no hizo nada respecto de mejorar el sistema de crédito pero el gobierno actual no advierte que hay una nueva ola de sobreendeudamiento y que se está cortando la cadena de pagos. 

El gobierno no se da cuenta que hay una explosión de endeudamiento en el Conurbano para llegar a fin de mes. El que tiene tarjeta paga tasas del 60% y el que va a Efectivo Ya, paga del 80 al 120%. 

Durante el kirchnerismo advirtió mucho sobre los jóvenes que no estudian ni trabajan. ¿Empeora ese sector con el macrismo? 

La desocupación general es del 9,3 %, pero en los jóvenes es casi 20. Tenemos un problema serio. Lo nuevo es que no se está creando empleo. Pero además la idea de que el que vende droga gana más que el que trabaja y que hay un nuevo modelo de movilidad social se viene acelerando, no en estos 8 meses, sino de hace tiempo. En el paisaje de los barrios se ve muy claro: hay un nuevo sujeto social que es el tipo que vende droga. 

Es una economía que ofrece una salida laboral difícil de superar. ¿Cómo se desactiva? 

Un pibe que labura, estudia, anda todo el día, se revienta y llega a las 6 o 7 de la tarde a su casa gana 6500 pesos. Pasa por la puerta del que vende droga y dice “este hace en dos días lo que yo hago en todo el mes”. Creo que hay que cortar la venta de droga y que no se puede hacer con La Bonaerense sino que hay que hacerlo con una fuerza especial. No creo en la reconversión de la policía para estos temas. Lo segundo es el derecho a primer empleo en blanco y junto con eso una red de tutores con el cura, el pastor y la maestra. Hay jóvenes a los que les falta el método y les cuesta trabajar 8 horas porque no vieron a su padre o a su abuelo hacerlo. Lo tercero es que hay que crear 200 centros de atención de adicción. 

Dijo hace poco que en la provincia de Buenos Aires se pagan al día las becas pero crecen los problemas con la justicia y la salud. ¿Puede explicarlo? 

El gobierno anterior tenía un retraso muy grande con becas de distinto tipo, para que los chicos estudien, para los jardines maternales o jardines infantiles. Vidal se puso al día y subió el pago. Lo mismo pasa con los comedores escolares, que pasaron de 6,30 a 12.60 y están al día. Eso es una base y lo valoro mucho. El punto clave es que un chico con problemas tiene una beca pero la Justicia lo lleva de un lado para el otro cuando no tiene familia, va a un centro de salud y no lo atienden o no hay insumos. Lo estructural va empeorando y no es fácil resolverlo en poco tiempo. Los invisibles En la marcha del 7 de agosto pasado, la CTEP reclamó una emergencia sociolaboral y un sueldo universal complementario para trabajadores informales. ¿Cómo lo ve? San Cayetano para mí fue la movilización de los invisibles. Hay 4 Argentinas, una Argentina de los pobres que tiene planes sociales, una Argentina de la gente que hace changas y tiene trabajo informal, una de clase media y una de clase alta. La Argentina informal no aparece en ningún Excel, es parte del problema que tiene el gobierno porque no lo ve y es la que va a dar lugar en el futuro a la generación de un nuevo sistema político. Si el yrigoyenismo le dio vida a la clase media y el peronismo a los trabajadores que no existían, ahora es el mundo de los informales el que va a construir un espacio político que lo empodere. En el Frente Renovador proponemos crear un fondo social anticíclico con renta del sector financiero, del juego y de la minería para que se active cuando el sector informal pierde más de 5 puntos de ingreso. Es un sector invisible para la sociedad y muchas veces para la política. Aspiro a que el FR pueda vincularse con esos sectores, más allá de que cada movimiento social tenga su propia independencia. Lo que genera actividad económica no genera trabajo. Soja, minería y sector financiero son las inversiones que se van a conseguir. Es así en Latinoamérica. Si el Estado no compensa, no hay solución. 

Dijo que los sectores más dinámicos de la economía no generan empleo. ¿Cómo se sale de esa encerrona, ahora que gobierna el macrismo? 

Lo que genera actividad económica no genera trabajo. Las inversiones que va a conseguir el gobierno van a ser para soja, para minería y para el sector financiero. Lo que es altamente rentable no genera empleo. Eso es así en América Latina diría, hay un descalce. Si el Estado no compensa, no hay solución. Por eso la idea de las inversiones y el derrame parte de un error de diagnóstico. En ese sentido, el macrismo gobierna como si no hubiera leído un libro de historia. Está dispuesto a chocar con una piedra con la que ya hemos chocado varias veces. 

El ADN del gobierno 
Decía que el gobierno se está empezando a dar cuenta de que el camino elegido no funciona. ¿Cree que hay una discusión adentro de Cambiemos? 

Yo creo que en el ADN del gobierno están las inversiones y el derrame. Hay un sector que corre al gobierno por derecha y le pide que haga un ajuste fiscal en serio. Eso sería una locura. Si el gobierno se tentara con eso, generaría una crisis social de proporciones. Supongo que nadie lo va a hacer. Después, algunos empiezan a pensar en el mercado interno, pero para mí es una discusión incipiente en el gobierno. En el ADN están la globalización y el derrame. 

Lo que es claro es que llegaron sin entender las 4 Argentinas. Entienden más las dos de arriba, la clase media y la clase alta. Por eso le pegaron semejante planchazo a la actividad económica. 

Por eso, sostiene que es un gobierno más neoliberal que desarrollista. 

Si, claramente. Creen en el mercado. Desarrollismo supone definir áreas estratégicas de desarrollo con un rol activo del Estado. Es crecimiento económico con inclusión social. No es en qué sos competitivo. Las políticas no han sido ni keynesianas ni desarrollistas: han sido claramente neoliberales, absurdamente neoliberales porque no hay una sociedad que lo reclame. En los noventa, yo fui muy crítico, pero era otro contexto de reclamo hasta social. El gobierno encaró por acá porque cree en esto. 

Según el Barómetro de la Deuda Social -que usted suele citar- en los últimos cinco años, el Estado aumentó la transferencia de fondos pero empeoraron los indicadores de consumo, ahorro, vivienda, infraestructura, empleo y seguridad social. 

El Estado transfirió dinero de manera sostenida todos los meses. Eso es una base que mueve la economía, pero no hubo lo que se llama política de segunda generación. El gobierno no lo está haciendo. Aumentó la base con la inclusión de un millón y medio de monotributistas, devuelve el 15 % del IVA, sube el seguro de desempleo y sigue transfiriendo dinero. Pero hacen falta otras acciones que el kirchnerismo no hizo porque se engolosinó con la transferencia de ingresos como única política social. 

El gobierno es más neoliberal que desarrollista, de manera absurda es neoliberal porque no hubo nadie que se lo reclamara, como ocurrió en los noventa. 

¿Cuándo fue que consideró que el kirchnerismo estaba agotado? 

Para mí, hubo tres kirchnerismos. El primero del 2003 al 2009, hasta la crisis internacional y la crisis del campo. Yo lo llamaría desarrollista, puso en marcha el desarrollo productivo, intentó acercarse al fifty-fifty, no cambió la estructura productiva pero puso en marcha la actividad económica. Fui muy entusiasta de esa primera etapa. De 2009 a 2011, para mí hay un kirchnerismo progresista, entra en la batalla cultural, hace cosas que me parecen bien en términos generales pero se olvida del proceso económico. Y hay un tercer kirchnerismo, a partir del 54 % que intenta ser refundacional, con la justicia y otros temas y lo hace de manera horrible. 


¿Cuál es su balance visto desde hoy? 

Cuando se escriban los libros de historia dentro de 30 años, cuando ya nadie se acuerde quién es Moreno, el ciclo del kirchnerismo se va a ver como un ciclo de mejoras sociales. No es poco porque no ha habido muchos ciclos favorables en la Argentina. Si alguien enfoca en los últimos 4 años, fue pésimo. Pero en el ciclo largo, es un ciclo de mejoras. 

En un libro de 2006, planteaba que pese a las mejoras incipientes la desigualdad social agravaba el panorama. 

Sí, desde el regreso de la democracia, todos los gobiernos intentaron hacer política social para mejorar la situación. Con muchas diferencias ideológicas pero todos buscaron armar un sistema de protección o atención social y todos chocaron con el proceso de económico productivo. El modelo de desarrollo económico no compensa los problemas y por eso cada gobierno que viene va a extendiendo la cobertura social. Este gobierno tiene más gente bajo la asignación por hijo que el gobierno anterior. Pero su gran error es creer que eso se acomoda por productividad. 

¿Cómo ve la gestión de Carolina Stanley en Desarrollo Social? 

Me parece que es una gestión prolija, que laburan mucho, que arman una buena base de datos y que no han cortado programas sociales, pero que mantienen la primera generación de políticas sociales. Hay que ir a una segunda generación de políticas sociales. Si alguien espera que el sector financiero genere crédito masivo para los sectores pobres, está equivocado. Entonces tenés un brutal ajuste, una pérdida de dinero muy grande y una compensación muy pequeña. 

¿Qué indican tomas de tierras como la de los últimos días en Moreno? ¿Es un delito o es un fenómeno social? 

Puede haber vivos que la orienten, puede estar politizada, pero en toda toma de tierra del conurbano vas a ver una parejita joven con un chico chiquito. El problema en el conurbano es el hacinamiento y los procesos de ajuste agudizan el hacinamiento. Nadie va a ir a ponerse en una carpita, morirse de frío y que lo puedan reventar a palos si no tiene un problema. Estamos frente a una generación de inquilinos y con 12 millones de personas pobres. Si pobreza cero queda para este lado, el gobierno encaró para el otro lado. Con las políticas que elige, obviamente va a tener más pobreza y más problemas de empleo. 


Fuente: http://www.lapoliticaonline.com/nota/100039/#galleryzoomv99929v21


Daniel Arroyo en "La mañana de Radio 10"