jueves, 31 de marzo de 2016

"Hay implosión social: la gente explota para adentro y eso explica la violencia"

ENTREVISTA. Daniel Arroyo, ex funcionario de Desarrollo Social, referente del Frente Renovador
Para Daniel Arroyo, ex compañero de fórmula de Felipe Solá, el macrismo mira con un solo ojo y privilegia al mercado antes que a la vulnerabilidad social. El aumento de la pobreza, el regreso del "efecto derrame" que "no funciona en la Argentina" y el concepto de implosión social, en el análisis del massista.


Silvana Melo
smelo@elpopular.com.ar

Un aumento exponencial de la pobreza en tres meses; políticas que benefician a los sectores más altos de la pirámide social e invisibilizan a los más vulnerables; la puesta en marcha de la teoría del derrame, que "no funciona en la Argentina"; un deterioro del empleo y del poder adquisitivo que ya generó "implosión social". El observador es Daniel Arroyo, ex viceministro de Alicia Kirchner, ex ministro de Daniel Scioli, referente del Frente Renovador en la Provincia, ex candidato a vicegobernador con Felipe Solá, actual miembro del Directorio del Bapro.

No hay otras cifras de pobreza que las aportadas por la Universidad Católica Argentina hace dos días. Hasta diciembre fueron demonizadas por el kirchnerismo. Que ahora pone en valor las que miden la vulnerabilidad profundizada en los primeros cien días del macrismo.

Más allá de las miradas interesadas, según la UCA hasta diciembre la pobreza había trepado al 29 %. Pero hasta marzo, en tres meses, se disparó al 34,5%. Son un millón y medio de pobres más en cien días. Son 350.000 indigentes más en cien días. 350.000 personas más que no tienen nada. Nada.

En entrevista exclusiva con EL POPULAR, Daniel Arroyo se para sobre las contradicciones del kirchnerismo y sobre la determinación ideológica del macrismo de privilegiar al mercado por sobre la mirada social.

-¿Vislumbra un deterioro cierto de las condiciones de vida de vastos sectores en estos tres meses?

-En este último tiempo ha empeorado la situación social. Por tres cuestiones: primero por la inflación, el aumento de los alimentos que ha sido muy fuerte; segundo por el parate de la construcción que es el parate de las changas; mucha gente en la Argentina complementa su trabajo con changas o vive de ellas y eso se ha parado. En tercer lugar, por la pérdida de empleos, porque hay despidos en el sector público y en el sector privado. Todo eso ha complicado la situación social y el gobierno mira con un solo ojo: ha encarado medidas económicas, muchas necesarias como salir del cepo, quitar retenciones, poner en marcha otras relaciones internacionales, apuntar al problema de los servicios y las tarifas, pero no ha encarado ninguna política social. Y la creación y el cuidado del empleo más el control de la inflación sólo se hace con el Estado. El Gobierno ha encarado medidas para el mercado, para promover la actividad privada y no para crear empleo ni para controlar la inflación.

-El kirchnerismo se sostuvo sobre un Estado muy presente. Ese Estado, ¿se retira ahora o tiene otros intereses?

-En el kirchnerismo hubo mucho estado, muchos programas sociales, pero no procesos de inclusión social ni mejora en el mundo del trabajo ni de los jóvenes. El kirchnerismo ha tenido una vocación de defender lo social pero casi todo se acotó a la transferencia de dinero a ocho millones de personas. El gobierno actual no ha quitado los programas, pero no ha creado ninguna otra política de protección social y ha empeorado la situación porque se aceleró la inflación. Me da la impresión de que pasamos de un extremo al otro. Todo al Estado o todo al mercado. La creencia del Gobierno es que hay que ajustar la economía y entonces vamos a dar buena señal al mercado, van a venir inversiones y se va a generar el derrame sobre el empleo. Eso no funciona en la Argentina no por una cuestión ideológica sino práctica. Si las inversiones llegaran, serían para minería, para soja, para actividad primaria. Y eso no crea empleo, como sí lo crea la construcción, el rubro textil, el metalmecánico, el turismo. Y para eso hacer falta un rol orientador del Estado. 

-La teoría del derrame se probó durante el menemismo y, como usted señala, no funcionó. ¿Estamos ante un franco retroceso?

-Lo veo como un retroceso porque me parece que el esquema productivo no permite el derrame. Lo que hace crecer la economía no genera empleo. El Gobierno tiene una sobreexpectativa respecto del mercado y de las inversiones y eso no es así. No hay claridad sobre cómo es el esquema laboral argentino, el millón y medio de jóvenes que no estudia ni trabaja. El tercio de trabajadores informales que hacen changas, en negro. El 30% de pobreza. Ninguno de ellos va a ir a trabajar a otros sectores de los que planteaba antes, construcción, textil, metalmecánico. No visualizar eso termina en un diagnóstico equivocado.

-Eso sí es ideológico, medular.

-Sí, claro. Es priorizar el mercado antes que lo social. Hay cuatro Argentinas: una de los pobres, que no tienen lo mínimo, que sí tienen planes sociales que valen menos por la inflación; otra Argentina vulnerable, de gente que hace changas; otra de clase media, que tiene trabajo formal, público o privado y otra de clase alta. El gobierno ha encarado políticas para las dos de arriba: ganancias, asignaciones familiares o retenciones. No ha tenido ninguna política para las dos de abajo, para los más vulnerables. La devolución del IVA para la canasta básica de alimentos, que es una buena iniciativa, todavía no la puso en marcha. El gobierno sólo entiende a los que tienen trabajo formal. Pero debajo hay muchísima gente con la que no conecta. Supongamos que las paritarias salen muy bien y los sindicatos consiguen un 30 y pico de aumento y eso genera una mejora en los bolsillos. Pero el tercio que tiene trabajo informal, va a estar afuera de eso. Los más pobres, que ni siquiera están en el mercado laboral, también.

-¿Hay un núcleo duro de pobreza que ningún gobierno ha podido –o querido- perforar, más allá del tipo de estado que conciba?

-La pobreza es estructural, intergeneracional. Alguien es pobre, sus padres fueron pobres, sus abuelos fueron pobres. No es una pobreza de momento ni de coyuntura. Hay que hacer un giro fuerte en la política, generar empleo pleno, quien emplee jóvenes que tenga una deducción impositiva, ir a fondo con el tema del crédito, crear un plan masivo de vivienda y obra pública, que crea empleo rápido. Hay que hacer un empalme entre planes sociales y empleo. Si el beneficiario consigue un trabajo, que pueda mantener el plan por un tiempo.

-Ante este panorama, la consigna pobreza cero aparece apenas como un título demagogo de campaña. ¿Cuáles son las diferencias con el kirchnerismo?

-Yo creo que técnicamente es imposible, pero no me parece mal que el gobierno mire hacia un horizonte que plantee esta idea. Lo que creo es que las políticas que está encarando lo alejan cada vez más de la pobreza cero. Que sin dudas está más lejos hoy que hace cien días. El kirchnerismo ha tenido vocación por atender el tema social, ha mirado para abajo, ha visto a los más pobres. Lo que no ha tenido son políticas para generar movilidad social ascendente. Sólo ha transferido dinero y en el último tiempo la impronta ha sido lo de nosotros y los otros, trabajamos con este grupo sí y con aquellos no. Su idea esencial era transferir dinero, generar derechos y mover la economía local. Esa idea terminó funcionando muy mal y por eso Argentina termina con un 29 por ciento de pobreza. El gobierno actual cree que está primero lo económico y después lo social, cree en el derrame, que no crea empleo si el Estado no crea cadenas productivas. No se para la inflación sólo si el Banco Central deja de emitir dinero. De esta manera, con una mayor concentración económica evidente, objetivamente parece muy difícil.

-Ese mismo sector, también está invisibilizado por el sindicalismo. ¿Cuál es el rol gremial en este tiempo?

-En su momento la CTA, la primera CTA, dijo que trabajadores son los que tienen trabajo formal, los que tienen trabajo precario y los que buscan trabajo. Esa idea le daba al mundo sindical un valor mucho más allá de la discusión sólo de las paritarias. Eso se fue perdiendo, terminó siendo objeto de política social y no de política vinculada al mundo sindical. Hay que reconstruir ese esquema y pensar en una estrategia para impedir los despidos. Lo que se ha generalizado en los últimos meses es la idea de que no está mal despedir, que puede servirle a alguien y es una barbaridad por el lado de los derechos y también por el lado de la racionalidad económica. Agudiza el conflicto social, baja los niveles de consumo, genera tensión. Desde nuestro bloque en Diputados, se han presentado ideas para impedir los despidos.

-El tema de la doble indemnización, ¿no es un arma de doble filo?

-Hay una discusión técnica y un riesgo con el tema de la doble indemnización: desde que se anuncia hasta que se pone en marcha se puede producir una ola de despidos. Hay que pensar en un mecanismo correcto. Pero hay que evitar los despidos.

-Los aumentos brutales y la generación de pobreza, ¿pueden causar convulsión social? ¿O esos estallidos sólo son posibles cuando están acompañados por una crisis política?

-Lo que hay hoy es un proceso de implosión social. No de explosión. Significa que la gente revienta para adentro. Alguien que está sin trabajo, complicado, todo le sale caro, entonces anda sacado, mal todo el día, se pelea con la mujer, con el hijo, en el partido del domingo termina a las trompadas o a los tiros. Explota para adentro. Para que haya explosión social, además de que la política tiene que estar complicando la cosa, debe haber un proceso sostenido de crisis social largo. Lo que tenemos que hacer es apostar a que el gobierno encare otras políticas. Porque se nos va la vida de los 40 millones que vivimos acá. Sí veo que este fenómeno de implosión social es muy fuerte y explica mucho de la violencia que se vive día tras día.

martes, 22 de marzo de 2016

No se controla la inflación sin intervención del Estado

Lic. Arroyo
Daniel Fernando Arroyo es licenciado en Ciencia Política de la UBA y posgraduado en Control y Gestión de Políticas Públicas en Flacso. Ocupó hasta el 2007 la Secretaría de Políticas Sociales y Desarrollo Humano del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, y el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires entre 2007 y 2009. Palabra autorizada, si la pobreza es la cuestión.

PREGUNTA: ¿Qué opina de los primeros meses de Macri?

RESPUESTA: Mi sensación es que hay política económica, pero no política social, sobre todo en los dos temas más críticos, que son empleo e inflación. En los últimos seis meses, empeoró la situación social, producto de tres cosas. Primero, el aumento del precio de los alimentos. Segundo, el parate de la construcción, lo que implica que muchas familias dejen de hacer changas, que a veces complementan sus ingresos. Y por último la caída del empleo público y privado.

P: La omisión de políticas sociales y los efectos sociales de las políticas económicas ¿no son otra forma de "hacer política"?

R: Absolutamente, así es. El gobierno está mal enfocado en la medida que cree en la "teoría del derrame". Esto es, ajustar la economía, promover y atraer inversiones, las inversiones hacen crecer la economía, y eso luego provoca mejora en el empleo. De allí la lógica que uno escucha de los principales funcionarios: "Vamos a traer inversiones, y así lograremos llegar a pobreza cero".

P: ¿Funciona ese esquema?

R: No funciona así en la Argentina. No sólo por una cuestión ideológica, sino por una cuestión práctica. Si se logrará traer un flujo importante de inversiones, probablemente esas inversiones tengan que ver con la actividad primaria y no con aquellas que generan empleo como son la construcción, el sector textil, el metalmecánico. Sin intervención del Estado no se genera desarrollo, no se reduce la inflación ni se genera empleo en Argentina.

P: En 2014 hubo una serie de medidas compensatorias para evitar la caída del salario real, ¿faltan hoy esas medidas luego ?

R: Si, claramente faltan políticas compensatorias. El gobierno anterior en 2014, con buenas y malas artes cuidó el empleo y se metió con la inflación, inventando los Repro del Ministerio de Trabajo o presionando a las empresas. Aun así hubo un claro empobrecimiento de la población. La inflación no es sólo una cuestión relacionada con la cantidad que se emite de dinero, sino que tiene que haber una intervención directa del Estado, que hoy no está sucediendo.

P: Este gobierno parece inclinarse por una economía de mercado y por una menor intervención del Estado, ¿lo considera adecuado?

R: El gobierno anterior fue todo el Estado, y terminó complicando las cosas. Este gobierno va todo al mercado, generando un cambio de régimen, que no era necesario. Lo que hace falta es mejorar las políticas públicas, reorganizar el Estado, pero no apostar todo al mercado. Corremos el riesgo de tropezar nuevamente, compensando con endeudamiento, esperando un derrame que no llega, y complicando luego la situación social.

P: ¿Acuerda con la medición de la UCA que indica que el 30% de la población es pobre?

R: Para medir pobreza en Argentina hace falta una muestra de 13.000 casos, que es lo que hacía el Indec. Ante la ausencia de Indec, la medición que utiliza una muestra más grande es la de la UCA que toma 5.700 casos. Muestra más grande es igual a dato más certero. Por lo tanto creo que es la mejor medición. Según la UCA había un 28% de pobreza en marzo del 2015. Si en los últimos meses aumentaron los alimentos y se perdió empleo, hoy la pobreza es aún mayor.

P: ¿Cuál es la clave para sacar a las personas de la pobreza?

R: Hay cuatro cuestiones. Una es el crédito. Hace falta un sistema de crédito masivo a no más del 5% anual, generado por el estado, para compra de máquinas y herramientas, para el plomero, el gasista o el carpintero. El problema llega a tal punto que en los barrios el que vende droga, que es el que tiene billetes, es el que termina dando crédito. Segundo, hay que promover cadenas productivas, poniendo el eje en el desarrollo local. Dentro de ello, el núcleo clave es la situación de 1.500.000 jóvenes que no estudian ni trabajan. Hay que generar un derecho al primer empleo. Que una empresa que toma a un joven durante dos años tenga el 55% del salario mínimo cubierto. La tercera es un gran plan de vivienda. La vivienda no es sólo cuestión de derechos, sino que implica empleo. Por último, es necesario un tándem entre empleo y planes, de tal manera que quien consigue trabajo mantenga por dos años el plan, generando un empalme.

Fuente: http://www.rionegro.com.ar/diario/no-se-controla-la-inflacion-sin-intervencion-del-estado-8101741-10942-notas.aspx 

jueves, 17 de marzo de 2016

Mayor pobreza, desempleo y degradación social

Fue, de 2003 a 2009, hombre clave en las políticas sociales del kirchnerismo. Ahora, como dirigente del massismo, traza un crudo diagnóstico sobre la situación social de las políticas del macrismo. Entrevista exclusiva.

Por Raúl Dellatorre

El gobierno de Mauricio Macri no sólo definió el perfil de su política económica con las medidas que resolvió en estos tres meses de gestión, sino que las consecuencias sociales empiezan a percibirse. Daniel Arroyo, referente del Frente Renovador (liderado por Sergio Massa) en la provincia de Buenos Aires, evaluó en una entrevista con Página/12 estas políticas y las consecuencias que ya pueden verificarse. Habló de salto en el desempleo y la pobreza, de políticas de gobierno que sólo benefician a las franjas de más altos ingresos, pero señaló que no ve riesgos, en lo inmediato, de una explosión social. “Sí hay una implosión, el impacto hacia adentro de los barrios humildes, por el grado de violencia interna, pero si no hay conflicto político no hay explosión social; y hay degradación social pero no impericia política del gobierno: consigue las leyes, avanza con su política.” Ex viceministro de Alicia Kirchner entre 2003 y 2007, explica sus diferencias con el kirchnerismo pero la ausencia de coincidencias con Cambiemos.

–¿Qué evaluación hace de esta primera etapa de la gestión de gobierno de Cambiemos?

–En estos primeros meses, días podríamos decir, es indudable que se incrementó la pobreza. Aumentó el desempleo por los despidos en el sector público y en el privado y, además, por el parate que tuvo la actividad de sectores como la construcción, que afectó a sectores que, sin tener trabajo, vivían de las “changas”. Si a ese panorama le agregamos la reducción que se verifica en el consumo, se conjugan todos los síntomas de una recesión. Las medidas que tomó el gobierno se decidieron mirando la realidad con un solo ojo: dieron respuesta e hicieron lo que les pedía el mercado, pero dejaron de lado los problemas que afecta a la mayoría, como la inflación. Demostraron saber qué hacer con el mercado pero no con el Estado. Estamos ante un proceso de ajuste brutal, pero a veces la discusión interna del gobierno sobre un supuesto gradualismo o políticas de shock nos pueden hacer perder de vista lo principal: las consecuencias que van a tener sobre la pobreza y el desempleo.

–¿En qué medida esa sesgo se relaciona con la presencia masiva de representantes de los grupos económicos concentrados en el gabinete?

–Sólo en parte. Más que la composición de gabinete, lo que define las medidas es la concepción que tienen. Creen en la teoría de derrame, creen estar creando las condiciones para que haya inversiones y que si eso ocurre, va a haber mayor producción, más empleo. La experiencia demuestra que no funciona así la economía. Si es que hay mayor inversión por estas medidas pro mercado, se va a dirigir seguramente a la minería, a la producción primaria, a sectores que no generan empleo. La creación de empleo se da principalmente en actividad manufacturera, y en otras actividades donde se necesita el rol promotor del Estado.

Lo mismo sucede con la inflación. Tienen la concepción de que disminuyendo la emisión monetaria va a bajar, y no es así. Lo que se dio es un aumento y una dispersión de precios tan grande que hoy, un mismo producto, en un radio de tres cuadras se lo puede encontrar a tres precios distintos, con diferencias de 100 por ciento entre el más caro y el más barato. Eso quiere decir que se perdió la referencia de los valores. Y a eso, que baje la emisión monetaria no lo resuelve. El núcleo del problema es la concepción neoliberal de que la economía derrama sobre lo social, que el equilibrio económico resuelve las cuestiones sociales. Y es el Estado el que debería estar presente ahí. Y no lo está.

–¿Considera que el Estado perdió capacidad de intervención frente a las necesidades sociales no resueltas?

–El Estado es muy potente en Argentina. Tiene una gran capacidad para intervenir y resolver necesidades, pero no se lo está usando. El actual es un gobierno que no cree en ese rol del Estado. Este gobierno, antes de asumir, generó la ilusión de que después del levantamiento del cepo iban a entrar veinte mil millones de dólares en inversiones en forma inmediata. Una vez en el gobierno explicaron que no iba a ser ahora, por la inflación y hasta tanto se arreglara la deuda con los holdouts, que entonces iban a llegar en el segundo semestre. Ahora ya están explicando que no va a ser este año, sino en 2017. El problema es que, incluso si alguna vez llegan, no va a ser para generar empleo ni políticas sociales.

Si tomamos los últimos datos estadísticos disponibles, que son del año pasado, Argentina estaba con un 28 por ciento de pobreza, un 34 por ciento de informalidad laboral y un millón y medio de jóvenes que no trabajan ni estudian. Esto indicadores, en los últimos meses, seguramente se agravaron. Pero a este sector no le llega ninguna de las políticas que implementó el gobierno de Mauricio Macri. Yo diría que hoy hay 4 Argentina en situaciones socioeconómicas diferentes. Una, la de los más pobres, que viven de los planes sociales, principalmente. La segunda, que llamaría la de los vulnerables, trabajadores informales que viven de un empleo no registrado, de changas o de alguna de las formas de cuentapropismo, generalmente mal remunerados. La tercera, que es el sector formal: empleados, profesionales, comerciantes, pequeños empresarios, y en cuarto lugar la clase alta. Todas las políticas que definió este gobierno son para favorecer a las dos de arriba. Incluso el aumento de las asignaciones familiares, que sólo alcanza a los trabajadores registrados. Igualmente los cambios, aunque mal hechos, en el impuesto a las ganancias de la cuarta categoría. Las dos Argentina de más abajo no están contempladas. Incluso cuando anuncia medidas para los de más abajo, como la eliminación del IVA a los alimentos, se toma su tiempo para ponerlas en práctica.

–Esta falta de respuesta a los sectores más necesitados va a generar tensiones sociales. ¿Existe riesgo de que la situación derive en una explosión social?

–Yo no veo en este momento condiciones para una explosión social. Sí veo que se está produciendo una implosión social, quiero decir que hay tensiones que se vuelcan en las relaciones internas, en los barrios, malestar en la vida cotidiana. Esto se ve, por ejemplo, en un partido de fútbol entre vecinos de una barriada humilde que, por ahí, ahora es más frecuente que termine a las piñas cuando hace un tiempo no sucedía. U otras reacciones violentas en gente que habitualmente no se comportaba así. Es una forma de degradación social que se empieza a advertir en esos vínculos directos, pero para que se transforme en explosión social tiene que haber conflicto político. Mientras esto sucede por abajo, el gobierno consigue sacar las leyes, resuelve por decreto, sigue avanzando con sus políticas. Degrada socialmente a la población más vulnerable, pero no muestra impericia política. Cuando aparezca el conflicto político, podríamos pasar a otra etapa.

–Uno de esos temas que el gobierno parece estar logrando sacar adelante pese a estar en minoría en el Congreso es el acuerdo con los fondos buitres. ¿Cuál es su opinión sobre este tema?

–En principio, la valoración sobre estos sujetos financieros: son buitres de verdad, por como especulan, maniobran y consiguen que un juez les reconozca semejantes beneficios. Pero no había otra salida al tema que buscar un acuerdo de pago, ya con una sentencia en contra y agotadas las instancias de apelación. Ahora, suponer que ese acuerdo significa el inicio de un ciclo de mejora es falsear la realidad, porque no lo es. El peligro real es que sea el inicio de un ciclo de endeudamiento del país, como ocurrió en otras etapas y eso hay que evitarlo. Nadie debería tentarse con estas políticas, el potencial conflicto que se genera es altamente significativo.

–¿La falta de inversiones es, como dice el gobierno, un problema de confianza?

–Me parece que tiene más que ver con la ausencia de un plan estratégico. Por eso es necesario el rol orientador del Estado, incentivando la inversión en determinadas cadenas productivas que tengan que ver con el modelo de desarrollo económico y social del país. Pero mientras la mirada siga siendo más neoliberal que desarrollista, la inversión más atractiva seguirá siendo la especulativa.

jueves, 3 de marzo de 2016

La educación como prioridad

La educación como prioridad 
Por Lic. Daniel Arroyo

A lo largo de los últimos años podemos destacar que se han producido numerosos avances en materia de acceso a la educación, sea tanto primaria, secundaria, como universitaria. Sin embargo los contenidos y la calidad educativa, principalmente en el nivel medio, requieren que nos detengamos a pensar algunos aportes en esta temática.

Educación e inclusión son temas prioritarios. Son varios los desafíos que observo que tiene la agenda educativa, pero voy a detenerme solo en algunos.  

Por un lado debemos generar condiciones para que exista un acceso igualitario a los conocimientos. Si tomamos un paraje rural de alguna provincia de nuestro país o una escuela ubicada en Ciudad de Buenos Aires, en el interior del conurbano o en cualquier provincia, se puede verificar que, si bien los conocimientos que se deberían dictar son los mismos, no llegan a todos los alumnos de la misma forma. Ese es el primer punto que repercute también sobre la diferenciación entre las escuelas de gestión pública y privada. 

También existe un nuevo fenómeno que se ha instado y que tiene que ver con tres cuestiones: una en el plano de la educación inicial y que tiene que ver con la necesidad de asegurar vacantes y acceso a la escolarización inicial, y otras más vinculadas a la educación primaria y secundaria, que están relacionadas con la repitencia y el rezago escolar. Aquí es donde debemos trabajar para promover otras instancias de acompañamiento de aquellos chicos que, muchas veces se encuentran sujetos de esta situación por cuestiones administrativas y propias del sistema escolar que buscan que la repitencia tenga algún tipo de relación con la búsqueda de excelencia académica. Existe una fuerte relación entre rezago escolar en los primeros años del secundario, con el abandono del sistema escolar.

Finalmente hoy vemos un quiebre entre la vinculación entre educación y trabajo, se encuentra fuertemente establecido que la escuela no forma para el trabajo. Escenario que llega a cuestionar el papel de la educación como modelo para la movilidad social ascendente. 

En este contexto hay algo que cruza a todos estas problemáticas y que tiene que ver con la pobreza estructural, no tener piso de material, servicios básicos o vivir en situaciones de hacinamiento, empeora las condiciones con las que un chico llega al colegio. 

Por estas cuestiones, considero que es necesario avanzar en las siguientes propuestas:

Poner en marcha el derecho al primer empleo, cuyo objetivo es establecer una exención impositiva a las empresas que tomen jóvenes como primer empleo. Los jóvenes son el futuro si tienen presente, y por eso hay que crear un mecanismo para que logren entrar al mundo laboral.

Transitar hacia un nuevo modelo de escuela para el Siglo XXI. Pensar una argentina integrada, debe tener como prioridad garantizar la educación inicial desde los 3 años con inclusión digital temprana.

Conformar una Red de tutores para el acompañamiento educativo, es clave generar una red de tutores con personas que tengan legitimidad, una maestra que tiene buena llegada, algún pibe de la esquina, un referente barrial o religioso. Se trata de potenciar una red con personas creíbles a los que los jóvenes sientan que no deben fallarles y que los ayuden a sostenerse en la escuela. La clave es acompañarlos durante el ciclo educativo generando mayores fortalezas para encarar la vida académica, para de esta forma reducir el rezago y la repitencia escolar. 

Sistema dual en la escuela secundaria: existe un abismo entre la escuela y el trabajo. De hecho, gran parte de los jóvenes desocupados tienen secundaria completa. Para achicar esa brecha, la idea es ir al sistema dual (en los últimos años, un joven está en la escuela y además hace pasantías o capacitaciones específicas) de modo que vaya empalmando estudio y trabajo.

Se trata de desarrollar acciones que realmente impacten sobre sus vidas cotidianas, recuperen el sentido del esfuerzo y la búsqueda del progreso, es la prioridad que nos permitirá construir la Argentina del mañana.

Es muy importante el acuerdo logrado para que haya comenzado clases en la mayoría de las provincias del país. Tenemos que siempre recordar que lo único universal es el colegio, y es clave que todos los chicos están ahí.