sábado, 31 de enero de 2015

Daniel Arroyo escribe en El cronista comercial sobre la gravedad institucional de la muerte del fiscal Nisman

Nisman, la calidad democrática y la transparencia. 


La muerte del fiscal Nisman nos ha conmocionado a todos por la tremenda gravedad institucional que implica y nos ha dejado perplejos porque da la sensación de haber quebrado un límite que no puede traspasarse en democracia.

Las lecturas sobre cómo se produjo, a quién favorece y a quién no, cuál es el grado real de consistencia que tenían sus pruebas y como se lleva adelante la investigación sobre su deceso entran en el terreno de la opinión.
Cada uno de los argentinos avanzamos con nuestras hipótesis y cada uno seguirá con su impresión al menos que tengamos una investigación profesional y transparente como casi nunca ha sucedido en la historia argentina.

Aquí hay un punto absolutamente crítico para el futuro de nuestra democracia: es evidente que la muerte de Nisman requiere de una investigación seria y contundente que no nos deje dudas sobre lo que realmente sucedió y que marque el inicio de una nueva etapa.

Se abre aquí una oportunidad (creo yo, una de las últimas) para empezar a promover, entre todos, una cultura de la transparencia y la rendición de cuentas en la utilización de los recursos y los mecanismos del Estado.

Para empezar, resulta necesario reformar por completo toda la estructura de los servicios de inteligencia, las escuchas y el espionaje si queremos que nuestra democracia, que ya tiene más de 30 años, garantice realmente el respeto a los derechos y la libertad de las personas. No es una cuestión instrumental, es una cuestión de fondo que lleva a determinar cuáles son los límites que no se pueden pasar.

No deberían ser los que eventualmente estén en el comando de la ex SIDE los que definan esos límites, los que definan qué características y qué condiciones tiene la vida democrática en nuestro país. La institucionalidad argentina y la calidad democrática es responsabilidad de los partidos políticos, la justicia, los actores sociales y los acuerdos que entre todos podamos construir.

El límite debe ser claro y preciso: los servicios de inteligencia nuca más deben ser utilizados para operaciones políticas, campañas sucias, escuchas ilegales o para limitar la libertad de expresión. Nadie debería tentarse con jugar a controlar la vida de los demás.

En estos días quedó muy clara la necesidad de que la buena gente participe, porque cuando la buena gente se retira o está en otra cosa, quedan los vivos y los inescrupulosos. En el 2001 la consigna era ‘que se vayan todos’, hoy tenemos que construir una nueva consigna que sea ‘tenemos que participar todos’ para renovar la política y darle un salto de calidad a nuestra democracia.

Si no lo hacemos rápido, se va a reforzar la creencia de que aquí le va mejor al que va por la banquina, que nunca quedan claras las cosas y que hay una institucionalidad y reglas paralelas que dejan afuera al que trabaja y se esfuerza día a día.

Ya logramos, en los ‘80, un primer acuerdo básico: sólo se accede al gobierno a través de los votos, no hay ninguna chance de hacerlo de otro modo. Con muchas idas y vueltas, logramos sostener esa regla de oro y, salvo rarísimas excepciones, todos entienden que ahí hay un límite.

Nos toca ahora, en el inicio del siglo XXI, definir un segundo acuerdo: la red de inteligencia y todo lo que gira a su alrededor sólo debe ser usada para hacer seguimiento y evitar conflictos externos; no es un mecanismo para que quienes detenten el poder accedan a información privada sobre cómo vivimos y qué hacemos cada uno de los argentinos.

Si logramos consolidar este acuerdo, la calidad democrática y la transparencia serán la base sobre la que se desarrollarán las futuras generaciones.La muerte del fiscal Nisman nos ha conmocionado a todos por la tremenda gravedad institucional que implica y nos ha dejado perplejos porque da la sensación de haber quebrado un límite que no puede traspasarse en democracia.

Las lecturas sobre cómo se produjo, a quién favorece y a quién no, cuál es el grado real de consistencia que tenían sus pruebas y como se lleva adelante la investigación sobre su deceso entran en el terreno de la opinión.
Cada uno de los argentinos avanzamos con nuestras hipótesis y cada uno seguirá con su impresión al menos que tengamos una investigación profesional y transparente como casi nunca ha sucedido en la historia argentina.

Aquí hay un punto absolutamente crítico para el futuro de nuestra democracia: es evidente que la muerte de Nisman requiere de una investigación seria y contundente que no nos deje dudas sobre lo que realmente sucedió y que marque el inicio de una nueva etapa.

Se abre aquí una oportunidad (creo yo, una de las últimas) para empezar a promover, entre todos, una cultura de la transparencia y la rendición de cuentas en la utilización de los recursos y los mecanismos del Estado.

Para empezar, resulta necesario reformar por completo toda la estructura de los servicios de inteligencia, las escuchas y el espionaje si queremos que nuestra democracia, que ya tiene más de 30 años, garantice realmente el respeto a los derechos y la libertad de las personas. No es una cuestión instrumental, es una cuestión de fondo que lleva a determinar cuáles son los límites que no se pueden pasar.

No deberían ser los que eventualmente estén en el comando de la ex SIDE los que definan esos límites, los que definan qué características y qué condiciones tiene la vida democrática en nuestro país. La institucionalidad argentina y la calidad democrática es responsabilidad de los partidos políticos, la justicia, los actores sociales y los acuerdos que entre todos podamos construir.

El límite debe ser claro y preciso: los servicios de inteligencia nuca más deben ser utilizados para operaciones políticas, campañas sucias, escuchas ilegales o para limitar la libertad de expresión. Nadie debería tentarse con jugar a controlar la vida de los demás.

En estos días quedó muy clara la necesidad de que la buena gente participe, porque cuando la buena gente se retira o está en otra cosa, quedan los vivos y los inescrupulosos. En el 2001 la consigna era ‘que se vayan todos’, hoy tenemos que construir una nueva consigna que sea ‘tenemos que participar todos’ para renovar la política y darle un salto de calidad a nuestra democracia.

Si no lo hacemos rápido, se va a reforzar la creencia de que aquí le va mejor al que va por la banquina, que nunca quedan claras las cosas y que hay una institucionalidad y reglas paralelas que dejan afuera al que trabaja y se esfuerza día a día.

Ya logramos, en los ‘80, un primer acuerdo básico: sólo se accede al gobierno a través de los votos, no hay ninguna chance de hacerlo de otro modo. Con muchas idas y vueltas, logramos sostener esa regla de oro y, salvo rarísimas excepciones, todos entienden que ahí hay un límite.

Nos toca ahora, en el inicio del siglo XXI, definir un segundo acuerdo: la red de inteligencia y todo lo que gira a su alrededor sólo debe ser usada para hacer seguimiento y evitar conflictos externos; no es un mecanismo para que quienes detenten el poder accedan a información privada sobre cómo vivimos y qué hacemos cada uno de los argentinos.

Si logramos consolidar este acuerdo, la calidad democrática y la transparencia serán la base sobre la que se desarrollarán las futuras generaciones.

viernes, 30 de enero de 2015

Daniel Arroyo en diario El tribuno de Salta



Daniel Arroyo: en desnutrición un mal diagnóstico es después una mala acción

29-01-2015 - El exviceministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, consideró que debe haber un cambio de metodologías para la prevención de casos de desnutrición extrema y lo más importante es ir "casa por casa".


A raíz de la muerte de un niño de 2 años de la localidad de Morillo por desnutrición, el exviceministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, consideró que el modelo de asistencia debe repensarse y que, si se pretenden buenas acciones en esta materia, se debe contar con estadísticas más reales.
En una entrevista con El Tribuno el licenciado experto en temas de pobreza destacó que las malas mediciones llevan a malas acciones para resolver el problema, dado que todavía hay mucha desnutrición infantil.
¿Usted cree que la muerte de Marcos Solís es un hecho aislado?
Argentina tiene dos problemas en lo alimenticio: uno es la mala calidad nutricional, hay mucha cobertura pero por la inflación o los bajos presupuestos los alimentos no son de buena calidad, y otro es que el desafío de acompañar a las casas de pobreza extrema no está cubierto. En este aspecto es necesario cambiar la lógica actual del Estado, deben ir a acompañar a las casas y comunidades más vulnerables. El modelo actual en general es de asistencia, de proveer alimentos o de dar tickets para que la gente los compre. Pero eso sirve para algunos y no es que no lleguen los bolsones, es que hay sectores en extrema pobreza y falta una red de tutores sociales.
 ¿Hay más desnutrición infantil?
Los casos de desnutrición se están registrando mal, igual que los de pobreza que están subregistrados. Hay más dinero destinado a la acción social sin duda pero si hay más desnutrición es la metodología lo que hay que cambiar. No hay duda de que hay que registrar bien los casos de desnutrición porque un mal diagnóstico es una mala acción.
¿La responsabilidad es de la provincia, de la Nación o es compartida?
Hoy tenemos un esquema muy centralizado. El 70 por ciento de los recursos lo tiene la Nación, el 23 las provincias y el 7 los municipios. Se necesita una política de mayor descentralización y, en específico a la asistencia alimentaria también hay que descentralizarla. Pero hay que conocer cómo es la situación en cada lugar. Porque lo general es que no registra la realidad como es.
En algunos casos, es desnutrición social, en otros arrancan con problemas de salud. Pero debe ser más un caso de salud. Lo peor en política social es ocultar la realidad porque eso luego se traduce en malas acciones. La Argentina tiene casos de desnutrición importante en distintos puntos del país, hay más casos de lo que parece, pero uno solo los encuentra si va a las casas.
¿Y qué papel juega la inversión en Salud?
Esto no se resuelve con poner más hospitales. Falta articulación entre Salud y Desarrollo Social, más capacitación. La política social argentina está agotada porque el esquema de pedir dinero no está resolviendo los problemas de raíz. Por lo tanto insisto, es importante tener un buen diagnóstico e ir a las casas.
¿Qué piensa del ministerio de Primera Infancia en Salta?
Es una buena iniciativa pero todavía es muy reciente y hay que verlo en la práctica. Lo que yo planteo a nivel nacional es que un 1,5% del PBI debe ser destinado a la primera infancia porque esta requiere de muchos recursos.

miércoles, 28 de enero de 2015

La opinión de Daniel Arroyo sobre la pobreza en la Argentina

La agencia de diarios y noticias DYN realizó una breve entrevista a Daniel Arroyo sobre la situación social argentina.







Ante la pregunta por el nivel de la pobreza en Argentina, Arroyo afirmó que el 27% de la población argentina se encuentra en esa situación, no tiene una vivienda digna, no tiene piso de material y no puede acceder a las necesidades básicas. Es una parte de la población que está fuera del mercado laboral, que puede tener un ingreso a partir de un plan social. El  mayor problema, según el ex vice ministro de desarrollo social es que la  pobreza es estructural, "estamos ante la tercera generación de pobreza".
A este análisis, asevera que hay que sumarle dos datos, el primero es el nivel de trabajo informal un 34% de los trabajadores  no tiene recibo de sueldo, obra social, aguinaldo, vacaciones. El segundo dato a tener en cuenta según Arroyo es el millón y medio de jóvenes que no estudian ni trabajan.
Daniel Arroyo cree que el gobierno tiene una mala lectura de la realidad social y no ve la dimensión del problema de la pobreza y el narcotráfico."El gobierno ha tenido una lógica para combatir la pobreza y ha sido la transferencia de dinero, esto ha sido últil en 2003, 2004, 2005 pero el problema debe solucionarse con trabajo, inclusión, combate del narcotráfico .La transferencia de dinero, con una inflación del 40% pierde toda efectividad."
Arroyo afirma que es necesario un cambio, manteniendo la base de mejoras sociales que el gobierno logró hasta ahora, manteniendo la asignación universal por hijo, hay que avanzar en políticas sociales de segunda generación. Propone crear el derecho al primer empleo, para lograr que las empresas tomen a los jóvenes , otorgándoles una deducción impositiva; esto permitiría a todos los jóvenes tener su primer experiencia laboral. También propone crear una red de tutores que vayan a las casas, acompañen a las familias y reformar la escuela secundaria, creando un sistema dual que les permita a los chicos, realizar pasantías.
Otra de las problemáticas a encarar es el crédito, la propuesta de Daniel Arroyo es la creación de un fondo masivo de crédito para máquinas y herramientas para el carpintero, el gasista, la señora que cose ropa en su casa.
La clave, afirma, está en generar un empalme entre los planes sociales y el trabajo. Pero antes que nada, es indispensable cortar la venta de droga en los barrios, para lo que propone crear una unidad especial.-

martes, 27 de enero de 2015

INFOBAE: Daniel Arroyo analiza la situación social Argentina


LUNES 26 DE ENERO 2015

Daniel Arroyo estimó que la pobreza en la Argentina afecta al 27% de la población

El ex viceministro de Desarrollo Social de la Nación, consideró que la proporción de personas que reúne ingresos inferiores a los necesarios para los consumos de bienes y servicios básicos se ubica en el promedio que para la región estimó la Cepal
Crédito: Nicolás Stulberg
El experto en el análisis de la realidad social del país destacó a la agencia DyN que "hoy la pobreza en la Argentina afecta al 27 por ciento de la población, que obedece a una situación estructural" y afirmó que "el Gobierno tiene una mala lectura de la realidad social".
Ese rango de pauperización de los habitantes del país aparece alineado a las cifras dadas a conocer hoy por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para la región, del 28 por ciento, lo que refleja que "su proceso de reducción se ha estancado en torno a ese nivel desde 2012", mientras que en ese mismo lapso la indigencia aumentó de 11,3 a 12 por ciento.
Así surge del documento Panorama Social de América Latina 2014 de la Cepal, que relevó el nivel de pobreza en la región en base a las encuestas de hogares de los respectivos países. En el caso de Argentina en el cuadro aparece información sólo hasta 2012, dado que el Indec suspendió a principio de 2014 la difusión de cifras oficiales de pobreza correspondiente al año anterior.
LA CEPAL ESTIMÓ 28% DE POBREZA EN AMÉRICA LATINA, SIN INCLUIR A LA ARGENTINA
Sobre este problema en el país, Arroyo estimó en declaraciones a DyN que "la Argentina tiene el 27 por ciento de pobreza" y remarcó dos datos también preocupantes: "34 por ciento de trabajo informal, uno de cada tres que trabajan no tiene recibo de sueldo, no tiene obra social, no tiene vacaciones pagas, tiene trabajo precario; y un millón y medio de jóvenes no estudian ni trabajan".
"Ahí está el problema central de la Argentina", definió el ex funcionario y explicó que "es una pobreza estructural porque estamos ante la tercer generación de pobreza; es una pobreza intergeneracional (padres, abuelos)".
"Yo creo que el Gobierno tiene una mala lectura de la realidad social. El Indec estaba marcando 4,5 por ciento de pobreza en la Argentina, no vio la dimensión del problema", juzgó Daniel Arroyo.
DANIEL ARROYO: "ESTAMOS ANTE LA TERCERA GENERACIÓN DE POBREZA"
El especialista señaló que "el Gobierno ha tenido una lógica para atender la pobreza que es transferir dinero" y precisó que "la política social destina 75 mil millones de pesos, de esos, 68 mil, o sea casi todo, es dinero directo a las personas".
"Su principal esquema que es transferir dinero, contra 40 por ciento de inflación este año, o 30 por ciento el anterior, o 25 por ciento el anterior, fue perdiendo efectividad", aseguró, al tiempo que opinó que "el modelo de programas sociales está agotado", y planteó que "hay que hacer un cambio fuerte en la política social", aunque "hay que mantener lo que tiene que ver con la Asignación Universal por Hijo".
"Hay que crear un derecho a un primer empleo, que es que una empresa que toma un joven, tenga una deducción impositiva durante 24 meses", evaluó. También recomendó "cambiar la escuela secundaria e ir a un sistema dual" donde "en los últimos dos años un chico además de estar en la escuela pueda hacer pasantías". Instó a "armar un fondo masivo de crédito para (financiar la compra de) máquinas y herramientas", y "armar un sistema de empalme de planes sociales y trabajo".
A nivel regional, el informe de la Cepal detalló que la pobreza afectó en 2014 a 28 por ciento de la población de América Latina, o sea un universo de 167 millones de personas, de las cuales 71 millones "sufrían extrema pobreza o indigencia".
"La situación de la pobreza en la región se mantuvo estable entre 2012 y 2013, cuando afectó en ambos años a 28,1 por ciento de la población", puntualizó, en tanto que la indigencia trepó de "11,3 por ciento en 2012 a 11,7% en 2013" y en 2014 habría ascendido "hasta 12 por ciento".
"La recuperación de la crisis financiera internacional no parece haber sido aprovechada suficientemente para el fortalecimiento de políticas de protección social", subrayó la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, quien alertó que "ahora, en un escenario de posible reducción de los recursos fiscales disponibles, se requieren mayores esfuerzos para apuntalar dichas políticas".

lunes, 26 de enero de 2015

Daniel Arroyo escribe en La Nación sobre la muerte de el fiscal Nisman y la necesidad de reformar el servicio de inteligencia



Quiénes espían y para qué lo hacen

Por   | Para LA NACION
El fiscal Alberto Nisman, que sigue la causa por el más brutal atentado terrorista que ha vivido el país, presenta un conjunto de pruebas contra el Gobierno, llama a indagatoria a la Presidenta, su canciller y a personas muy vinculadas al Poder Ejecutivo y, un día antes de su presentación en el Congreso, aparece con un tiro en la cabeza. Éstos son los hechos objetivos y son de tal nivel de gravedad institucional que generaron la mayor conmoción social de la Argentina reciente.
Las lecturas sobre cómo se produjo la muerte, a quién favorece y a quién no, cuál es el grado real de consistencia que tienen las pruebas del fiscal y cómo se lleva adelante la investigación sobre la muerte entran ya en el terreno de la opinión. Cada uno puede tener sus hipótesis (yo tengo las mías) en torno a si se trató de un suicidio, un suicidio inducido o un homicidio.
Todas serán válidas y cada uno seguirá con su impresión, a menos que tengamos una investigación profesional y transparente como casi nunca ha sucedido en la historia argentina.
No es mi intención sumar conjeturas, teorizar o hacer análisis en el aire porque no conozco la causa y la sigo por la información que dan los medios de comunicación. Pero sí creo que este hecho abre una cuestión central para nuestra democracia: necesitamos saber, con claridad, qué hacen los servicios de inteligencia y cuál es el rol que en eso tienen hoy el Ejército y las Fuerzas Armadas. En definitiva, necesitamos saber quiénes espían, para qué, para quiénes y qué hacen con esa información.
No sólo necesitamos saber, necesitamos reformar por completo toda la estructura de los servicios de inteligencia, las escuchas y el espionaje en nuestro país si queremos que nuestra democracia, que ya tiene más de 30 años, garantice realmente el respeto a los derechos y la libertad de las personas.
No es una cuestión instrumental, no es una discusión sobre cómo se asignan los recursos o cómo se organiza una política pública; es una cuestión de fondo que lleva a determinar cuáles son los límites que no se pueden pasar en nuestro país.
No deberían ser los Stiusso, los Pocino, los Milani o los que eventualmente estén en el comando de la ex SIDE los que definan esos límites, los que definan qué características y qué condiciones tiene la vida democrática en nuestro país.
La institucionalidad argentina y la calidad democrática son responsabilidad de los partidos políticos, la Justicia, los actores sociales y los acuerdos que entre todos podamos construir.
Si no lo hacemos rápido, se va a reforzar la creencia generalizada de que aquí le va mejor al que va por la banquina, que nunca quedan claras las cosas, que los que tienen poder siempre "zafan" y que hay una institucionalidad y reglas paralelas que dejan afuera al que trabaja y se esfuerza día tras día.
Ya logramos, en los años 80, un primer acuerdo básico: sólo se accede al gobierno a través de los votos, no hay ninguna chance de hacerlo de otro modo. Con muchas idas y venidas, logramos sostener esa regla de oro y, salvo rarísimas excepciones, todos entienden que ahí hay un límite.
Nos toca ahora, en el inicio del siglo XXI, definir un segundo acuerdo: la red de inteligencia y todo lo que gira a su alrededor sólo debe ser usada para hacer seguimiento y evitar conflictos externos; no es un mecanismo para que quienes detenten el poder accedan a información privada y privilegiada sobre los 40 millones de argentinos. Dicho en términos más vulgares: nadie debería tentarse con jugar a controlar la vida de los otros.
El autor fue viceministro de Desarrollo Social de la Nación.

miércoles, 21 de enero de 2015

Daniel Arroyo opina sobre la situación de los jóvenes en diario La Nación


Sociedad

Vulnerables: adolescentes que crecen a la intemperie

El asesinato de Lola Chomnalez, sumado a una lista que no deja de crecer, mostró una cara del desamparo en el que viven muchos adolescentes, que son hoy víctimas de delitos, de violencia y del negocio narco, pero también del desempleo, el trabajo precario, el embarazo precoz y la desatención adulta. Cómo es una sociedad que no protege su futuro
Por   | Para LA NACION
 
Foto: Martín Balcalá
Seis por día. Seis. Uno cada cuatro horas, en una clepsidra siniestra que sólo deja caer cuerpos jóvenes. La mitad muere en accidentes, y los otros a causa de agresiones, según consigna el Ministerio de Salud. Tienen, apenas, entre 15 y 24 años. La edad de expandirse, abrirse y florecer. Pero también el tiempo oscuro de los más terribles accidentes del alma, del encuentro con todo eso que habita más allá de territorio conocido de la niñez. Lástima que al verlos tan hermosos, tan ellos, tan invencibles, los adultos solemos terminar creyendo que realmente lo pueden todo. Y no. Son cualquier cosa menos fuertes.
El asesinato de Lola Chomnalez, hace unos quince días -que se suma a muchos otros casos recientes (de Candela a Melina, de Araceli a Ángeles)- dejó en dramática evidencia el estado de desamparo en el que viven muchos adole escentes y jóvenes en la Argentina. No sólo son víctimas de delitos y de violencia intrafamiliar con más frecuencia, y están mucho más expuestos al negocio de la droga y a los embarazos tempranos, sino que también tienen empleos precarios y están desempleados en mucha mayor proporción que los adultos. ¿Qué dice este estado de intemperie de una sociedad que desatiende a los que se preparan para ser su futuro?
Ellos salen, todos a la vez, de los hogares más diversos, de historias muy distintas. Y una vez en la calle descubren que el mundo es una cosa fascinante y horrenda, todo al mismo tiempo. Algunos, para animársele, toman. Mucho, y cada vez más temprano. Hoy, la edad de inicio en el alcohol cayó a los 13 años, y la mitad de los alumnos secundarios dice haber bebido en el último mes. Los datos son de una encuesta nacional organizada por la Sedronar, que acercó otro resultado inquietante: en una década, de 2001 a 2011, y en un clima social cuasi barilochense en el que divertirse y emborracharse se volvieron sinónimos, el consumo creció 113%.
"Yo los veo todos los fines de semana por acá, cuando salen del boliche. Y son un peligro porque si no venís atento, los pisás. Fijate ahí, esa piba. ¿La ves?", pregunta el taxista que circula en plena madrugada de viernes en el aura de Aeroparque. Y cómo no verla: la chica, subida a unas plataformas imposibles, embutida en un short de lentejuelas, camina a los tumbos por la avenida Obligado. Ni con maquillaje da más de 15 años. Sus amigas la corren, la paran, la abrazan. Se ríen. Y algo en la escena -mejor dicho: toda la escena- se vuelve irreal. El amanecer, el mareo y esa media docena de chicas flacas como hilos caminando a lo zombi en una avenida temible. ¿Las ven? ¿Alguien las ve? Porque a veces sólo se notan cuando ya es demasiado tarde. Cuando pasan a formar parte de la lista siniestra de 21 adolescentes asesinadas por año en el país, según datos de la ONG La Casa del Encuentro. O cuando se convierten -ellas y ellos, porque la fragilidad no entiende de género ni de nada- en el 25% de quienes se quitan la vida. La intemperie también es esto: que, según datos de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), uno de cada cuatro suicidas argentinos no tiene ni 20 años.

TOMARSE LA VIDA

Si bien el caso de Lola Chomnalez acaparó la atención de los medios, la cuenta es otra. Y dice que seis días antes de su desaparición en Valizas se esfumó otra chica de 13 en Mar de Ajó, y otra más de 14 en Merlo, y otra más de 14 el día de Navidad, en Azul. Las hubo antes y después de Lola, sólo que sin tanto tachún mediático y hermanadas en la misma condición de blancos móviles.
Según explica Sergio Balardini, experto en juventud de Flacso, "si hoy la juventud está, como se dice, «en crisis», o si hay una crisis o varias, son de la sociedad en tanto tal y luego se refleja en las generaciones más jóvenes. Por caso, los adultos no parecen tener un norte claro. Hay una mayor horizontalidad del vínculo y han pasado del verticalismo autoritario a una horizontalidad indiferenciada a la que le cuesta construir autoridad legítima (y necesaria). Porque las funciones asociadas a los roles adultos son diferentes (proyección, provisión, protección, transmisión), y deben poder inscribirse y sostenerse", precisa.
Sin embargo, aquí estamos. Con mamás separadas que se cruzan en el boliche con sus hijas adolescentes, papás que disputan a brazo partido el mando de la Play y, al mismo tiempo, chicos y chicas engañosamente "grandes". "Los vemos con esos cuerpos enormes sin recordar que tienen cabeza y corazón de chicos", apunta Laura Orsi, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). "Son seres con todas las fragilidades del crecimiento, a los que tendemos a ver como adultos. Por ejemplo: hoy las «previas» se organizan en las casas porque para muchos papás «es mejor que tomen acá en lugar de salir a emborracharse por ahí». Pero eso es aplicar la teoría del mal menor, en vez de actuar como adultos y pensar que un chico no tiene que tomar en ningún lado", recalca.
Pero ahí afuera está el mundo, y sus terrores, y también ahí (a la mano, más fácil de conseguir que el agua) el trago del valor. Y del extravío, como descubrió Martina, de 16, el día en que su mejor amigo terminó internado. "Ella nunca se interesó por tomar, pero después de haber visto esto creo que le quedó claro que la «jodita» esa de emborracharse puede terminar muy mal", comenta su mamá. Pero a menudo no es el alcohol en sí mismo el problema, sino todo lo que arrasa a su paso. "¿Y qué querés, si me tomé como quince fernets?", fue como "justificó" un joven el desastre que lo tuvo por protagonista y que terminó en el asesinato de una remisera de 71 años. Desde la Asociación de Víctimas de Violación (Avivi), también emparentan el "tomar hasta morir" con la explosión de pedidos de auxilio de cada fin de semana. "Los viernes y sábados se concentra el 80% de las llamadas pidiendo ayuda o asistencia por violaciones. En su mayoría, las víctimas son chicas violentadas sexualmente en fiestas y por grupos de varones", precisó Andrés Bonicalzi, el abogado de la organización.

TEOREMA DE LA FRAGILIDAD

A Martín, de 17 años, lo asaltaron hace dos semanas en pleno centro de Caballito, cuando paseaba con dos amigos. Un hombre macizo lo inmovilizó con una llave de judo y obligó a todos a entregar sus celulares, y cincuenta pesos. A Juliana, de 16, le robaron en Calzada y del más sutil de los modos: la dejaron sin futuro ni educación. Ahí está todavía, en su casa, cuidando a sus hermanitos más chicos y a Alma, su beba de cinco meses, para que su madre pueda salir a trabajar por horas y traer la comida para los cinco.
Juliana es lo que la estadística entiende por "ni-ni" (ni trabaja ni estudia), pero eso no significa que no haga nada ni -según "Inclusión de los jóvenes en la provincia de Buenos Aires", un informe del Cippec- que sea la única en esa situación. Siete de cada diez "ni-ni" bonaerenses son mujeres, madres (41%) y pobres (62%). ¿Qué significa esto? Que -más allá de que los jóvenes saqueados de futuro sean multitud- las respuestas generadas desde el Estado son insuficientes por no ver el fenómeno en toda su complejidad.
En el caso de Juliana, más allá de una beca para poder estudiar, necesitaría alguien que cuide de los tres chicos mientras ella va a la escuela. Y eso sólo para comenzar porque, como bien explica Daniel Arroyo, ex ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, "faltan guarderías y lugares de cuidado, pero también quien quiera contratar a estas chicas que están fuera de todo. Pensemos que el momento de sociabilidad lo da la escuela, que con sus horarios y exigencias instala un método que luego se traslada al trabajo, a la pareja, a la vida. Los jóvenes excluidos carecen de eso y ése es el problema principal. Hay que reconstruir un método que antes aportaban la familia y la escuela, porque ya estamos en la cuarta generación que no trabaja y eso ya cierra un ciclo. Los pibes que hoy no tienen empleo y que no vieron trabajar ni a padres ni a abuelos, ya tienen hijos. Y ya ni siquiera tienen recuerdo familiar de algo mejor. Se ha perdido la idea de cómo eran las cosas cuando iban bien. Y eso, para la sociedad, es gravísimo", alerta.
Y eso por no mencionar muchas otras situaciones que deben enfrentar los jóvenes aun cuando no sean "ni-ni". Por ejemplo, el informe del Cippec revela que 35% de ellos son pobres, que conseguir trabajo les cuesta más que a los adultos, que cuando consiguen trabajo suele ser una changa (52% de ellos tiene un empleo informal) y que muchas veces ni trabajando logran salir de pobres, porque 1 de cada 4 cobra un salario inferior al mínimo. Evidentemente, la intemperie a la que están sometidos los Sub 29 va mucho más allá de los accidentes, el suicidio y los consumos problemáticos, y desborda sobre territorios tan centrales como la educación (según datos de la Unesco, sólo el 44% de los chicos completa el secundario en tiempo y forma), el trabajo, el acceso a la vivienda y, claro, la sexualidad.
Juliana también sabe de eso: fue mamá a los 16 en un país en que cada día nacen 322 bebés de mamás menores de edad. Niñas a cargo de niños, algo que pone entre paréntesis no sólo el futuro personal de cada una de ellas y sus hijos, sino que también abre dudas acerca de nuestro destino como país. Porque, como bien se señala el documento antes citado, "los jóvenes constituyen uno de los principales activos de nuestra sociedad. Serán ellos, los adultos del mañana, quienes sostendrán (no sólo económicamente) nuestro futuro. La forma en la que los jóvenes se conviertan en adultos determinará en gran parte las características que ese futuro tendrá".

PROFUNDAMENTE SUPERFICIAL

-No entiendo.
-Ay, doctor, es fácil: usted me hace la lipo de caderas y de panza a mí. Y con lo que saca de ahí, le rellena el busto a ella, que se quiere hacer las lolas. ¿Entiende?
La mujer sonreía y parpadeaba azul. El hombre -un reconocido cirujano plástico, con años de profesión- sencillamente no podía creer lo que le estaba pasando. Pero ésa es, de todas, la anécdota que mejor recuerda porque en ese absurdo "2 x 1" que le planteaba aquella mujer de 50 años había también toda una mirada sobre su propia hija, sobre cómo "debía ser" ese cuerpo de quinceañera y hasta sobre la relación que las unía. "Parecían dos amigas buscando operarse juntas. Le expliqué a la mujer que el cuerpo de su hija estaba en pleno cambio, pero que, además, una operación como ésa sencillamente no existía. Se fue enojada", recuerda hoy el doctor.
Sin embargo, en estricto off, muchos colegas suyos reconocen que esa situación de madres e hijas yendo a ver al plástico como quien sale de compras de infrecuente no tiene nada. Nadie quiere envejecer, pero es más que eso: nadie parece querer, tampoco, ocupar el lugar de los adultos. Nadie quiere ser quien marque el límite, el ordenamiento, el "hasta acá". Para Graciela Moreschi, psiquiatra y autora de Adolescentes eternos (Paidós), "todo está invertido. Desde hace tiempo, la juventud está y ocupa un lugar de poder. Se ha instalado una «paidocracia» y una de sus consecuencias es que los chicos crecen absolutamente desprotegidos, porque no tienen techo ni límites. Los padres creen que «se las saben todas» y les atribuyen una madurez que no tienen. Así, muchos se ven «obligados» a tener una vida sexual para la que no están preparados ni desean realmente, pero que responde a la estimulación erótica a la que son permanentemente sometidos".
"El 31 de diciembre, en la plaza de Tandil, avanzaron quince contra uno de quince años. Lo acuchillaron, lo mandaron al hospital. Eso es lo que más me preocupa: la violencia vuelta moda, una violencia entre pares que no tiene que ver con lo delincuencial, sino con lo tribal: te pegamos porque sos «cheto», te damos una paliza porque sos «negro». El alcohol y las drogas tienen, creo, mucho que ver con estas explosiones donde se pierde cualquier límite, donde nadie le dice a nadie que pare", dice Ivy Cángaro, madre de Camilo, de 17 años, quien justamente se mudó a esa ciudad en parte para escapar de la violencia porteña.
Según los especialistas, en cada gesto adolescente hay un mensaje cifrado. Algo así como un código secreto en donde suele viajar un pedido vestido de paliza, de borrachera, de tajos en la piel, de coma etílico. Alcanza con hablar con los médicos de cualquier guardia para saber que los casos se repiten y ya han dejado, por eso mismo, de ser "noticia". Pero si las "previas" arrancan en las casas, sin que ningún adulto venga a incordiar con preguntas, ¿a qué tanto asombro? Si en uno de los colegios más prestigiosos de Buenos Aires se organizan "fiestas de la pepa" -pepa es como se le llama a las pastillas psicotrópicas- y hasta se las promociona mediante grupos de Facebook, ¿de qué nos sorprendemos? Los chicos -carne de cañón de los asaltos, de "la jarra loca", de las mil y una formas de la soledad- salen en taparrabos a un mundo que pincha. Y nadie (ni los adultos ni el Estado) está ahí para acercarles herramientas ni para oficiar de escudo. Van, como las chicas de la Costanera, solas y haciendo eses en plena madrugada. Demasiado grandes para ser chicos. Demasiado chicos para ser grandes..