miércoles, 5 de marzo de 2014

“Con el Plan Progresar solo, no alcanza”

Publicado el domingo 2 de marzo por Primera Edición





POSADAS. Por cadena nacional, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner confirmó que más de 500 mil jóvenes se sumaron al plan Progresar lanzado hace poco tiempo. Según Anses, hasta el 7 de febrero, había casi cinco mil misioneros inscriptos al plan asistencial.

En una visión crítica y constructiva Daniel Arroyo, el ex viceministro de Desarrollo Social de la Nación en la gestión de Néstor Kirchner como presidente y docente universitario, analizó ante una consulta de PRIMERA EDICIÓN el plan oficial, advirtió que por sí sola una transferencia de dinero no servirá para atender lo que consideró “el tercer problema social más grave que tiene Argentina”.

Si bien ponderó la existencia de “la primera política hacia el sector”, sugirió la aplicación de tutores, habló de los problemas de los jóvenes y su problemática relación con la educación y el trabajo.

¿Qué sensación le produce que haya más de medio millón de jóvenes inscriptos para el Plan Progresar?

Claramente la Argentina tiene varios problemas sociales, pero sobre todo tres. Un 25% de pobreza, es decir, un cuarto de población pobre. Un 32% de informalidad laboral que hace que uno de cada tres trabaje en forma precaria, sin recibo de sueldo, sin obra social. Y el tercero es el más crítico: un millón y medio de jóvenes que no estudia ni trabaja. Ese creo que es el problema central de la Argentina.
Me parece bueno el anuncio y la puesta en marcha del plan Progresar, porque implica comenzar a tomar en escala un problema que hasta aquí no tenía una política o respuesta en escala.
Seguramente habrá que encarar o incorporarle otras dimensiones, además de la transferencia de dinero. Pero es bueno un programa para el principal problema social de la Argentina.
El hecho que se haya inscripto medio millón, da idea del nivel y la escala del problema. Argentina no es que tiene algunos jóvenes que no se logran adaptar al mundo del trabajo con estudio. Sino que objetivamente, el principal problema es la inclusión de los jóvenes.

O sea, hay que salir a buscar a un millón más...

 Los primeros jóvenes que se inscribieron son los que participan de algún tipo de redes sociales, porque tenían idea de estudiar. O forman parte de instituciones sociales o la Iglesia. Pero después tenemos a los jóvenes que están en “no lugares”, es decir, la plaza, la esquina.... Será una dura tarea para el Estado ir a buscar a los que están desenganchados de todo. Diría que en torno al tema de jóvenes tenemos tres problemas: el millón y medio de jóvenes que no estudia ni trabaja, que están de manera precaria.
Otro es el avance objetivo de otras alternativas: el que engancha una changuita, que trabaja, cuando vuelve al barrio gana menos que el que vende droga o el que está vinculado a otra actividad. Es decir, el segundo problema grave es el avance en la venta de droga que es un fenómeno no solo de adicciones -que eso solo ya es un grave problema en la Argentina-; sino de unidad económica. Se transforma en una unidad de mejor actividad económica que otra actividad. Y los ciclos en los grandes centros urbanos, donde el chico esta hacinado sin lugar en la casa, se va a la esquina y consume paco y otras sustancias. Consume porque sino no se integra al barrio. Tiene problemas de salud pero también un rápido problema de endeudamiento! Cuando se endeuda, siempre hay un vivo que se le acerca para plantearle cualquier idea para cancelar esa deuda. Ese ciclo dura seis meses: hacinamiento, adicción, endeudamiento. Al problema general, se le suman las adicciones.
Y el tercer problemas es la escuela secundaria. Tenemos el 40% de deserción a la escuela secundaria. No le queda claro a un pibe cuánto le sirve para el trabajo lo que aprende en la escuela, entre otros temas.

En definitiva, ¿entiende que es bueno pero no suficiente?

No, la transferencia de dinero solo no resuelve el problema. Creo que cualquier política que se encare con los jóvenes, si no se encara una red de tutores (unos 20 mil en Argentina) no va a funcionar. Tutor puede ser un cura, un técnico del club del barrio, un tío, tal maestra. Personas que tienen legitimidad. Los jóvenes no creen en las instituciones sino en personas. No creen en “la escuela”, sino en tal maestra o profe que tiene buena onda y hace las cosas bien. La función del tutor es acompañar.
La función de los jóvenes no es enterarse que existe un plan en la Argentina, sino sostenerse. Un joven no tiene problemas de tarea en la Argentina. Si tiene que ir a hacer una tarea va y lo hace bien. Lo que le cuesta es ir todos los días a hacer esa tarea durante ocho horas. 
El rol del tutor es acompañar, ver por qué ese joven hace tres días que no va a la escuela o a trabajar. Ir a golpear la puerta de la casa y preguntar e incentivar para reconstruir el método. Porque los jóvenes tienen dificultades de método. Por eso creo que habrá que crear una red de tutores y mecanismos concretos para determinar la capacitación con el mundo del trabajo.

La mayoría de los jóvenes que se inscribe en el plan Progresar: ¿lo hacen por una aspiración de mejorar su realidad o por el aporte económico?

Seguramente hay de todo. Claramente si no hubiera un apoyo económico, sería difícil transformarlo en un programa masivo. En política social, el apoyo económico sirve como base de un reconocimiento de que a una familia le faltan ingresos. Pero debe ser el punto inicial para desatar otro tipo de acciones. La transferencia de dinero es un llamador, un mecanismo para encarar otras acciones además de que les da viabilidad.
Un joven para estudiar necesita dinero. Ese dinero le da la chance de estudiar, es una buena base. El tema es saber cómo hacemos para sostener y lograr hacer que al joven que estudia y trabaja le vaya bien. Necesitamos reconstruir la movilidad social ascendente en la Argentina y no tiene que irle bien al que vende droga sino al que trabaja y estudia. Entonces, si se ve en el barrio que le va bien al que trabaja y estudia, motivará a otros en el mismo mecanismo de trabajar y estudiar.

¿Hay experiencias similares en otros países?

Hay experiencias similares. Esta claro que el tema jóvenes es el principal problema social a escala mundial. A nivel mundial, la desocupación juvenil triplica la desocupación general. Si vemos los casos críticos europeos, allí esta el problema. Igual que en Argentina.
Hay algunas experiencias y en particular, me gusta el programa “Bolsa Familia” de Brasil. Es para 14 millones de hogares, a gran escala. El Estado trabaja directamente con las familias y toma el problema del joven, el problema de la madre, el problema del trabajo. Trabaja integralmente, va al núcleo de la familia y resuelve integralmente.
Hay otras experiencias en Chile y México, con estas características.

Por la cantidad de fondos que implica el plan ¿se puede sostener en el tiempo?

Yo no diría sí. Hay futuro si los jóvenes se insertan en el mundo laboral o en el mundo educativo. Sino no hay futuro. La idea de que los jóvenes son el futuro es cierta si tienen presente. Claramente en la Argentina, los niveles de conflicto y tensión social a futuro, dependen de qué chance tendrán las nuevas generaciones de insertarse en el mundo laboral y el educativo.
En ese sentido, los fondos que se apliquen a estos programas son estratégicos, pero estratégicos de verdad. No solo para un país es importante el polo agro-industrial o una determinada actividad. Es muy estratégico que los jóvenes tengan futuro y vayan a algún lado y no se conviertan en un problema social constante.
En ese sentido y en el contexto de que la situación económica es crítica, el Estado tiene muchos recursos. No veo que el problema sean los recursos sino cómo sostenerlo en el tiempo.