lunes, 26 de marzo de 2012

Políticas focalizadas y desigualdad



Artículo publicado en la Revista Debate
POR DANIEL ARROYO

Con un presupuesto de más de 25 mil millones de pesos durante 2011, la Ciudad de Buenos Aires es uno de los distritos más ricos de toda la Argentina y, por tanto, cuenta con mejores condiciones para avanzar en la resolución de los problemas sociales. Sin embargo, en los últimos cuatro años las políticas sociales del gobierno local tuvieron una orientación focalizada y se vieron limitadas por su subejecución.
Los años noventa trajeron la idea de la “focalización”, se apuntó a desarrollar planes que identificaran a los grupos vulnerables de la sociedad, a quienes debían aplicarse programas específicos sobre la base de que la economía iba a hacer el resto. En los últimos años hubo un cambio de paradigma y se desarrollaron ideas en torno a la “masificación” de las políticas sobre la certeza de que el derrame no existía y de que debían encararse programas amplios que vincularan “lo social” con el desarrollo productivo, el empleo y el consumo.
En esa línea, durante la gestión de Jorge Telerman se lanzó el Programa “Ciudadanía Porteña”, un mecanismo automático de transferencia de ingresos a los hogares en situación de pobreza. Durante el mandato de Mauricio Macri se mantiene ese programa, pero no se habilitaron nuevas altas, transformando así una política con intención universal en una medida focalizada.
Uno de los problemas fundamentales que presenta la gestión de la Ciudad radica en el bajo nivel de ejecución del presupuesto. Las acciones buscan una mayor cobertura de servicios para los niños y jóvenes en situación de riesgo -y especialmente los que se encuentran en situación de calle. También apuntan al acompañamiento de los procesos de urbanización de barrios y asentamientos. Sin embargo, por la subejecución, todas estas políticas carecen de la escala e impacto.
Hay situaciones críticas que no muestran mejoras. En particular, problemas vinculados con las condiciones de hábitat y la precariedad laboral, que se entrecruzan con un modelo territorial en el que la zona sur presenta mayores niveles de exclusión. Diversos indicadores dan cuenta de estas desigualdades. En la zona norte (Recoleta, Coghlan, Saavedra, Villa Urquiza, Villa Pueyrredón, Palermo, Belgrano, Colegiales, Núñez) la pobreza es de cerca del dos por ciento. Mientras que en el sur (Boca, Barracas, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Villa Soldati, Villa Riachuelo, Villa Lugano) este indicador asciende casi al veinte por ciento.
La persistencia de niveles de informalidad laboral en el Área Metropolitana produce un tipo de pobreza dinámica y heterogénea que demanda otros instrumentos. El desafío es que el Estado recupere su rol como responsable del bienestar de los ciudadanos, garantizando un conjunto de prestaciones básicas en cantidad y calidad. Por tanto, se puede avanzar en extender sistemas de seguros de desempleo, de capacitación laboral y de cobertura en salud, que establezcan un piso mínimo de acceso para toda la ciudadanía en los ingresos, el acceso a la salud y a la educación, la capacitación laboral y la atención a los niños y adolescentes. La política social tiene que contribuir a equilibrar las asimetrías entre el norte y el sur. Y, principalmente, lograr un piso de ciudadanía en el que lo básico esté cubierto. Más allá del barrio en el que uno viva.

(*) Ex viceministro de Desarrollo Social de la Nación