sábado, 29 de mayo de 2010

“La violencia y la tensión social tienen que ver con la desigualdad”


(publicado en www.datarioja.com)
Presentación del libro "Políticas sociales. Ideas para un debate necesario" en La Rioja

El ex ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires llegó a La Rioja para exponer su visión sobre las políticas sociales en el país sintetizadas en seis problemas centrales. Uno de ellos y que genera gran preocupación es que 900 mil jóvenes no estudian ni trabajan. También presentó algunas propuestas.
“El primer problema social que tiene la Argentina –comenzó marcando Arroyo- es que una parte de la población vive parecido al Siglo XIX, no tiene lo mínimo de lo mínimo, después de que la economía creció y que se desarrollaron las nuevas tecnologías, no tienen baños en sus casas ni las condiciones mínimas de habitabilidad”. También dijo que esta realidad es más visible en algunas provincias según se trate del norte o sur de país. “Esto marca la pobreza extrema y estructural que aún en años de crecimiento no se ha mejorado”, agregó.
El segundo problema social que marcó es la informalidad económica. “De 100 personas que trabajan, 90 no tienen boleta de salario. Esto es: no tiene obra social, hasta ahora no cobraban asignación por hijo, no tienen beneficios sindicales, no tienen claro si se van a jubilar o no. Tienen una situación precaria. No solo son pobres en Argentina los que no trabajan, muchos de los que trabajan también lo son. Están en una situación vulnerable y precaria dentro de lo informal”, señaló el autor del libro Políticas Sociales, ideas para un debate necesario”.
Arroyo sostiene que “una parte del 40 por ciento del sector informal, es gente que va a trabajar todos los días y no está registrada, que va a una empresa o fábrica todos los días. La otra parte son cuentapropistas. En Argentina es pobre el gasista, el plomero, el carpintero que no tienen máquinas para poder trabajar. Es pobre el que no tiene nada, pero también el que no tiene máquinas ni tampoco acceso al crédito”. En este sentido, lo mismo le sucede a una mujer que confecciona remeras en su casa. Cuando disminuye la actividad, disminuyen sus ingresos y reproduce el círculo de la pobreza. Esta informalidad económica genera para Arroyo la precariedad permanente.
El tercer problema social que marcó el profesional es la desigualdad, las diferencia sociales. “En los ´70 cada 10 pesos que ganaba el 10 por ciento más rico, un peso ganaba el 10 por ciento más pobre. En el 2001 esa diferencia se fue de 44 a 1. Esto significa que hubo un proceso de concentración brutal en Argentina, hubo un grupo que se quedó con todo y el resto lo miraba de afuera. Hoy hemos mejorado, pero esa diferencia es de 30 a 1, estamos mejor que en el 2001 pero mucho peor de lo que marca la historia Argentina, y con una situación de mucha desigualdad”, agregó.
Dijo también que “la violencia y la tensión social tiene que ver con la desigualdad, eso de la ñata contra el vidrio, de que uno no llega a fin de mes y a pocas cuadras de la casa hay otro que tiene todo. Eso genera bronca, tensión, violencia. Claramente la desigualdad es un problema central en la Argentina, si no se resuelve esto no se va a resolver el tema de la violencia. Vivimos en un mundo donde cada vez se quiere tener más y más”.
En relación al cuarto problema social, Arroyo dijo que el más grande y complejo que tiene el país es la situación en la que viven muchos jóvenes. Si bien hay diversos sectores con dificultades, “el que está peor son los jóvenes de 16 a 24 años. Son 900 mil jóvenes que no estudian ni trabajan. Que directamente están en la esquina sin hacer nada, que están en la escuela un tiempo y quedan afuera, que tampoco logran sostenerse en el mundo laboral”, señaló. Y agregó: “No son jóvenes con problemas de aprendizaje. Lo que le cuesta es ir a trabajar ocho horas, tener ritmo, porque no ha visto ni a sus padres ni a sus abuelos trabajar”.
En Argentina la sociabilidad la da la escuela. Un chico se levanta, se lava los dientes, se pone el guardapolvo y va a la escuela. La escuela da un método para conseguir trabajo, formar una pareja, hacer amigos. Cuando uno no tiene método no tiene solo dificultades para trabajar sino para vivir. Les cuesta sostener un ritmo, aseguró Arroyo.
“El quinto problema social significativo, tiene que ver con que nuestro país se ha fragmentado respecto a su territorio. La concentración de los recursos. Tenemos regiones que se han desenganchado y otras que se han enganchado a un mundo más global. No solo hay una fragmentación social sino territorial”. Para Arroyo esto exige repensar el tema de los recursos y el apoyo económico a los gobiernos provinciales y municipales. Hoy la Nación tiene el 70 por ciento de los recursos, todas las provincias juntas tienen el 23 por ciento y los 2.200 municipios tienen solamente el 7 por ciento, ilustró.
El sexto problema social que marcó es la crisis en las organizaciones de la sociedad civil. “Argentina tiene cerca de 80 mil instituciones entre las que se encuentran uniones vecinales, de fomento, roperos comunitarios, ONG´s religiosas. La mayoría tiene muy poquita plata, hace lo que pueden como pueden, les cuesta un montón poder encarar y hacer. Tenemos muchos recursos en estado nacional y muchas dificultades en las redes sociales y hace que la gente se canse”, señaló.
Arroyo, ante un auditorio lleno aclaró que la idea de resumir los problemas sociales en seis no implica desconocer todos aquellos vinculados al sistema educativo y de salud. su exposición y presentación del libro se realizó el miércoles 19 de mayo en el Espacio 73 por invitación del Ministerio de Desarrollo Social que preside Griselda Herrera.

Qué hacer
Una vez finalizado el diagnóstico, Arroyo propuso discutir qué hacer. “En un momento donde hay recursos y un contexto económico favorable, hay que decidir qué hacer en los próximos años. Algunas de las ideas del libro es encarar el desarrollo local”, expresó.
Una de las políticas que resaltó como necesaria y muy significativa que es lo que ha comenzado a hacer el gobierno nacional: universalizar. “Extender la política social para todos. Es una manera de combatir el clientelismo en política social, la discrecionalidad”.
El licenciado explicó que antes solo cobraban salario familiar los que tenían boleta de salario. Además recordó que cuando se implementó la asignación familiar años atrás, la formalidad laboral era mayor, entonces tenía sentido unirla a la boleta de salario. En cambio actualmente el 40 por ciento de la gente que trabaja no tiene boleta social y además el 12 por ciento está desocupada.
A partir de la asignación universal por hijo que implementó recientemente el gobierno nacional, todas las familias con hijos menores de 18 años la reciben. “Es un buen punto de arranque, si logramos que esto continúe, se convierta en ley funcione para los próximos 20 años”, agregó Arroyo.
Otra de las políticas sociales que Arroyo cree que deben instalarse, es una red de tutores que acompañen a los jóvenes. Dijo que él advierte que los jóvenes no creen ni en la política en general ni en las instituciones pero si en las personas: en un docente, en el sacerdote del barrio, en un técnico amigo. Necesitan que alguien los contenga, los escuche, se interese por ellos.
Un dato no menor que brindó el funcionario, es que hay un 98 por ciento de escolaridad a nivel primario mientras que en el secundario solo llega al 60 por ciento. El 40 por ciento se queda sin ir o abandona. “Este es otro de los puntos clave en el que el Estado debe trabajar si realmente cree que los jóvenes son el futuro del país”, sugirió.